Blog Debaruch

jueves, 28 de enero de 2010

VEINTISIETE

Luisa volvía a cruzar la titánica avenida de cipreses, esta vez para salir de la urbanización. No había dormido muy bien, ya nunca lo hacía. Para ella volver a Sometimes no era regresar al hogar, sino al centro de sus pesadillas.

Todos los carteles de la carretera indicaban la dirección y la lejanía de Palma, los que debían mostrar la orientación de Sometimes seguían arrancados. Era como salir de un agujero negro, nadie podía verlo pero influía a su alrededor y, en vez de atraer luz, traía la desgracia.

-Luisa, por fin tenemos algo. Ven corriendo a mi casa- le había dicho Jesús por teléfono –Vivo en la calle Aragón nº 4, unos apartamentos del centro.

Cada día llamaba más temprano. Esa mañana todavía no había amanecido cuando sonó el teléfono, y al otro lado del aparato estaba él, espitoso como siempre. Hacía días que no iba a trabajar. Sin duda, la ausencia de los dos amigos levantó las habladurías en la oficina, pero ¿no eran acaso eso temas triviales? Así que Luisa cogió su coche y condujo hasta los apartamentos de la calle Aragón. Sabía cuales eran. Una ciudad de solteros dentro de una ciudad de casados, un lugar donde las chicas pasan la noche pero nunca desayunan.

La frivolidad del centro de las ciudades.

La soledad rodeada de seres humanos.

Los monstruos grises de hormigón aparecieron por la ventanilla del auto, todos iguales, todos descuidados, recuerdo de la horrorosa arquitectura de los setenta. Los toldos quitados y las ventanas perennemente cerradas.

Al subir al piso, Jesús le abrió con la ropa del día anterior, cosa prácticamente impensable viniendo del seductor y siempre correcto chico de la sonrisa perfecta y las maneras intachables –entra rápido- fue lo único que dijo. Le tenía ya preparada una taza de café. La hizo sentar en la mesa del comedor, donde estaba desparramada toda la información que consiguió robar en la plaza mayor. No le enseñó la casa a su invitada, a fin de cuentas eso también era una frivolidad, pero Luisa no pudo evitar echar un discreto vistazo a su alrededor y sorprenderse al descubrir la ausencia del desorden que se había imaginado en un apartamento de soltero.

-Esto es muy importante- dijo Jesús colocando un recorte de periódico frente la mirada distraída de Luisa -¿conoces a esta persona?

La chica estaba perdida con tanto estímulo. Sus ojos vagaban entre fotografías, dibujos y páginas escritas a puño, hasta que se centró en el recorte que Jesús le estaba indicando.

-Dios mío. ¡Es el señor Huguet!

-Me lo temía- dijo Jesús con la pesadumbre de una cruda realidad –esta fotografía es de un periódico de 1.943. Imagino que no está ni mas joven ni más viejo, sino exactamente como lo visteis en Sometimes.

-Esto no tiene sentido.

-Por eso mismo es tan grave. Si nuestras esperanzas se basaban en que todo fuera una elaborada mentira, esto confirma que no es así. Todo es cierto. Ocurrió en el periodo de entreguerras, el señor Huguet era sacerdote de una pequeña comunidad campestre, perece que muy cerca de donde se encuentra la urbanización de Sometimes ahora. Está todo bien documentado. Después de la guerra, sus liturgias se volvieron más complicadas, casi incomprensibles. Nadie hizo caso pues los sacerdotes habían pasado años de persecución por parte de comunistas y anarquistas, y de todas formas las misas se celebraban en latín. Eran otros tiempos, la gente acudía a la iglesia a escuchar, no a comprender.

“El caso es que al tratarse de una comunidad tan reducida y cerrada, aquel nuevo culto corría el peligro de convertirse en un nuevo cisma para la iglesia. En los periódicos del año anterior a esta fotografía ya se notaba una preocupación por el asunto pero, tratándose de un número tan reducido de feligreses, escasos cuarenta, y estando tan apartados de lo que por aquel entonces era la joven ciudad de Palma, los dejaron en paz. Hasta que sucedió.

En 1.943 toda la población desapareció. Labradores, artesanos, comerciantes, todos. Unos recaudadores de impuestos visitaron el pueblo y descubrieron que estaba vacío. Las casas continuaban intactas, la ropa en los armarios, la despensa llena, pero sin gente. Se dio la voz de alarma y buscaron durante semanas enteras a los habitantes del lugar hasta que encontraron la gruta. Y esto es lo inquietante. Parece ser que el señor Huguet se sepultó vivo junto con sus cuarenta fieles. El pueblo entero.

En Mallorca hay infinidad de cuevas y grutas subterráneas, la mayoría son un importante atractivo turístico, incluso se hacen excursiones por su interior y pocos son los colegios que no han llevado a sus alumnos a visitar alguna. Les coves del drac, les de porto Cristo, Campanet, etc... Las hay por varios lugares y todas tienen cientos de metros de recorrido.

Cerca de la pequeña ermita de piedra donde el señor Huguet oficiaba misa encontraron la entrada a una de estas cuevas. Pasaba por debajo del templo y fue allá donde se encerraron los habitantes de la villa hasta la muerte. Por supuesto, ese mismo año todos los periódicos se hicieron eco de la noticia y daban sus más descabelladas teorías que, teniendo en cuenta la mentalidad de la época, iban siempre orientadas hacia un sacrificio ritual de una secta demoníaca.

La entrada a la gruta había sido enladrillada desde dentro y los fieles no portaban comida ni agua. No hay duda del carácter suicida de ese acto, pero la razón es un misterio. Varios documentos aseguran que el señor Huguet portaba un libro en el que apuntaba todo cuanto hacía y pensaba, un diario que nunca se ha encontrado y que presumiblemente fue enterrado con él. Lo malo es que jamás se recuperó el cuerpo de Huguet y, por tanto, tampoco el diario.”

-¿Cómo, no entraron para rescatar los cuerpos?

-En efecto lo hicieron, y encontraron los cadáveres de casi todos. Pero luego volvieron a tapiar la cueva. Esos lugares son profundos y están muy ramificados, la búsqueda se convirtió en un peligro por lo que solamente rescataron los cuerpos de los adultos, que eran los que estaban más a la vista, enteros o desmembrados. Por lo visto las grutas a veces se estrechaban y para seguir por ellas fue necesario que los fieles se mutilaran o se cortaran los brazos. Los niños, al ser más pequeños, siguieron adelante junto con Huguet (que nadie se explica como lo hizo para pasar por esos conductos) y junto con él, son los únicos que nunca encontraron. Los cadáveres de los niños todavía estarán perdidos por los lugares más inaccesibles de la gruta.

-“Al principio nadie cabe”- dijo Luisa para sí misma, luego miró a Jesús y lo repitió en alto -¡al principio nadie cabe! Eso fue lo que dijo el señor Huguet y luego nos habló del deforme, quien hace que todos quepan.

-Un carnicero, el que mutila la carne. Parece ser que se trata de una especie de secta sadomasoquista. Todo va encajando poco a poco, incluso el miedo enfermizo del doctor Oriol al suelo. Estando en el ático de la plaza real, el doctor cavó un agujero enorme para ver que había bajo sus pies, tal era su miedo. Es absurdo. Debajo del ático hay otro piso, luego otro y luego otro, después esta la plaza mayor, construida encima de un parking de pago. Si seguimos bajando probablemente nos encontremos con calzadas romanas, plazas talayóticas y casas fenicias. Nunca se llega realmente al “suelo”, la roca madre está sepultada bajo grandes estratos, cada uno de cientos de años. Pero a Oriol no le importaba eso, le importaba lo que estaba inmediatamente debajo de sus pies. “Su suelo”. ¿Recuerdas cómo lo vigilaba desde el psiquiátrico? Se puso como loco cuando me senté enfrente suyo tapándoselo.

-Aquí veo casos de gente que huyó de la urbanización después de decir la palabra y que murió de todas formas- dijo Luisa leyendo unos papeles -La gruta subterránea puede pasar por debajo de Sometimes pero no es la causante de las muertes. Parece que el suelo se vuelve peligroso por todas partes del mundo cuando se ha dicho la palabra, y no solamente en Sometimes. Tampoco importa que estés en el metro o subido a un avión, todos los que escribieron esto le tienen miedo a allá donde posan los pies. La muerte parece venir del suelo.

-Escucha esto- dijo Jesús y comenzó a leer –“Con el tiempo la vida se convierte en una tortura, y al no saber cuando llegarán las atrocidades que les esperan, los condenados llegan a ansiar con fuerza la muerte, por horrenda que sea, mejor que una vida en el corredor” Así es como describe Oriol a su mujer: “Distante, fría, apática, muerta de espíritu antes que de cuerpo. No hace nada ni se alegra por nada, sólo espera, y aún así, creo que me guarda un secreto.” Igual le ocurre a Miguel, algo le dijo Concha que ni yo ni mis papeles sabemos.

-¡Entonces hay más! Esa vieja bruja sabe algo que no está sobre esta mesa.

-Algo que ha contado a Miguel y que aún así, por el motivo que sea, no comparte con nosotros. Una de dos, o no es importante, o lo es demasiado- meditó -pero hay algo bueno detrás de todo eso. En todas partes aparecen alusiones donde se asegura que en el diario de Huguet se encuentra la manera de invertir el “hechizo”, que pronunciando otra palabra el maldito no muere ni es arrastrado a donde quiera que sea enviado.

-Pero ese diario hace décadas que nadie sabe donde está, ni siquiera queda claro que exista. Además, de ser así estará enterrado junto a Huguet y nadie encontró su cuerpo.

-Porque a nadie le interesaba encontrarlo tanto como a nosotros, en ese entonces desconocían lo que sabemos ahora.

Jesús quiso atraer la mirada de Luisa y para eso le apartó suavemente la hoja que tenía agarrada, rozándole por descuido la mano de una manera demasiado cariñosa. Sus miradas se cruzaron por un momento y se sostuvieron sin mediar palabra. En aquel instante Jesús volvió a acariciar su mano, esta vez intencionadamente, esperando una reacción igualmente cariñosa por parte de Luisa, quien simplemente se apartó y dijo:

-No olvidemos a quien estamos tratando de salvar.

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