Blog Debaruch

viernes, 1 de enero de 2010

PRÓLOGO


La prensa dijo que había sangre por todas partes, que los cuerpos estaban irreconocibles y que pedazos de hueso aparecieron clavados en los marcos de las puertas. Cuando se pidió a los presentes que hicieran un retrato robot para determinar quién había hecho tal salvajada, los policías no dieron crédito a lo que vieron. Se tuvo que prescindir del ordenador y aceptar dibujos como prueba, tal era la monstruosidad física de los artífices.

Deforme no era la palabra, monstruoso tampoco, tal vez aberración fuera el término que más se acercara. Empezaron a denominarlos “los hombres puzzle”. Escapaban sin dejar rastro y se llevaban parte del cadáver con ellos. Siempre los mismos métodos y siempre las mismas caras, aunque pasaran décadas entre una víctima y otra.

El detective Sáenz cerró el informe. Siempre ocurría lo mismo en aquel lugar y habría sido un incompetente de no relacionar las muertes entre ellas, aunque ocurrieran lejos de Sometimes y no hubiera relación entre los muertos. El detective se rascó la cabeza con gesto nervioso, esa era la causa de su incipiente calvicie pero arrancarse pelos le ayudaba a pensar claramente. Existían varios casos abiertos desde 1955 y tan pocas pruebas que daba vergüenza investigar en ellos. Sáenz volvió a revisar las fotos, luego los dibujos y de nuevo se rascó la cabeza. Los monstruos que los supervivientes esbozaran como autores de los crímenes eran espeluznantes. Como pedazos de carne cosidos entre ellos.

-Un cadáver- dijo para sí mismo el detective -ese es todo el residuo que sobrevive al dinero y al talento y la inteligencia y la belleza.

Seguidores

Datos personales